¿Y si mi Organización Deja de Existir?

Impacto social

En tiempos de incertidumbre, todos de alguna forma, en algún momento hemos pensado lo peor: Si vamos a terminar enfermando por la pandemia, si vamos a pasar una situación financiera difícil, o que pasaría si la situación financiera que tenemos se llega a empeorar todavía más.

A nivel organizacional, y específicamente hablando de organizaciones sociales, el miedo latente es ¿Y si mi organización deja de existir? Este miedo, conforme pasan los meses, se vuelve cada vez mayor, en el tanto el flujo de caja de cada organización social es severamente golpeado y se recorta al personal.

El mensaje es que nos ocupemos con todas nuestras fuerzas en lograr que ese miedo no se materialice. Sin embargo, podemos aprovechar ese temor, para imaginar eso que antes era impensable: Si mi organización -en la que hago voluntariado, de la que soy parte de la Junta Directiva, la organización en la que trabajo- deja de existir debido a esta crisis mundial sin precedentes… ¿Qué pasaría?

Evidentemente eso implica dolor y sufrimiento, muchas personas perderían su medio de sustento y otras tantas se verían afectadas de manera directa o indirecta: Colaboradores, voluntarios, proveedores, beneficiarios, protagonistas, comunidades y un largo etcétera.

Pero concentrémonos en la palabra clave: Impacto. ¿Cuál sería el impacto social que el país perdería si mi organización deja de existir? ¿De cuánto sería esa pérdida?

Es probable que se nos dificulte responder a esas preguntas, y esto es porque la mayoría de pequeñas o medianas organizaciones, no cuenta con un claro proceso de medición de su impacto. En este sentido, la gran mayoría de las que sí hacen una medición, se concentran solo en los Outputs; es decir, en los resultados de corto plazo que generan las actividades que realizamos. Ejemplo de outputs son, la cantidad de participantes capacitados, cantidad de pacientes atendidos, cantidad de niños o niñas atendidos en albergues, entre otros. Sin embargo, los outputs son insuficientes para demostrar un verdadero impacto.

¿Si nuestra organización no existiera, sería más barato para el Estado, que esos niños y niñas que atendemos, los atienda otra organización o institución pública? ¿Si nuestra organización dejara de existir, esos pacientes que atendemos, serían de cualquier forma atendidos por otras 15 ONGs que tienen un programa similar al nuestro? ¿Si no existiéramos, todas esas personas capacitadas estarían resolviendo por su cuenta y de forma virtual su necesidad de formación?

Hacer el ejercicio de imaginar un escenario en el que no existimos es muy difícil, pero nos permite entender, que mientras esté con vida nuestra organización, tenemos que hacer el mayor esfuerzo para medir de manera objetiva nuestro impacto, por medio de las metodologías que ya existen para esto. En Advocacy – Latam, sabemos que este no es un proceso fácil, pero tampoco es imposible.

En la Nueva Normalidad, en la que los países de nuestra región deben superar crisis fiscales importantes, y que los recursos de cooperación internacional son limitados y los modelos filantrópicos son cada vez más limitados; las inversiones se realizarán en las organizaciones que logran demostrar claramente su impacto, es decir, que demuestren que son relevantes y necesarias para sus sociedades.

 

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